Así como en los 80’s fue la
“reingeniería”, en los 90’s las certificaciones “ISO”, y actualmente los
distintivos “ESR”, forman parte de “tendencias” que las organizaciones se
preocupan por implementar o certificarse, en ocasiones, solamente por estar a la
vanguardia, a la moda o simplemente por alcanzar un status organizacional.
En el mejor de los casos, las empresas buscan estos distintivos porque forman parte de cadenas de proveeduría y sus clientes se lo exigen para formar parte del sistema. Esto es muy positivo porque un solo cliente impulsa la mejora continua a toda una cadena de proveedores.
En el mejor de los casos, las empresas buscan estos distintivos porque forman parte de cadenas de proveeduría y sus clientes se lo exigen para formar parte del sistema. Esto es muy positivo porque un solo cliente impulsa la mejora continua a toda una cadena de proveedores.
El simple hecho de tener una
certificación o un distintivo de este tipo, traerá beneficios a la
organización, sin embargo lo ideal es, antes de involucrarnos en un proceso de
este tipo, justificar claramente la necesidad que la empresa va a cubrir con
esta implementación, y no solamente para colocar el reconocimiento en la
vitrina de la recepción.
Actualmente en las PYMES mexicanas
ocurre una tendencia similar: el uso de las TIC para conectarnos al mundo
virtual. Sin embargo, como dicen Gómez y Casadiego en su investigación: “Lo
importante no es la conectividad, si no como se usa.”
De nada sirve utilizar las TIC, tener
una certificación o un reconocimiento en la vitrina si esto no se puede ver
reflejado en beneficios tangibles que impacten en el logro de los objetivos
estratégicos de la organización.
Hace un par de años tuve la
oportunidad de colaborar en un proyecto de consultoría en la ciudad de
Monterrey con José Escalante, un experimentado consultor especialista en el
área de procesos y calidad. Cabe mencionar que esta persona tuvo la oportunidad
de capacitarse personalmente con Kaoru Ishikawa, gurú de la calidad a nivel
mundial.
Visitamos a un cliente, una empresa
nacional, importante, dedicada a la fabricación de frituras, era un proyecto
muy grande. El cliente tenía la intención de certificarse en ISO, tuvimos una
reunión de no más de 30 minutos con un par de directivos. Salimos de la empresa
y me dice: “No vamos a trabajar con ellos.” Sorprendido le pregunto la razón, a
la cual contesta: “Solo quieren el papel y así no trabajamos nosotros.”
Como consultores es nuestro deber
asesorar correcta y éticamente a nuestros clientes al momento que ellos busquen
este tipo de implementaciones, con la finalidad de que su compromiso sea
genuino con estos distintivos, porque eso fomenta una cultura de calidad,
honestidad y compromiso, que como resultado produce resultados tangibles y
sobre todo, sostenidos en el tiempo.
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